Una plaga de insectos fotocopiados que se propaga, de noche, a través de los faxes de museos y galerías de arte, hasta terminar con su papel de fax.
Año 1990: Fotocopío insectos disecados comprados en el taxidermista de la Plaça Reial. Utilizo la función ampliadora de la fotocopiadora para conseguir imágenes en las que los insectos se confunden con las manchas del test psicológico de Roscharch. Envío estas imágenes por fax, durante la noche (cuando nadie pare la recepción en modo automático), a diversos museos y galerías de arte, hasta acabar con su papel de fax. Fue mi primera intervención en una red. La planteé como una intervención en el espacio urbano, en mi etapa de estudiante, en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona. Se daba la circunstancia de que mis padres tenían un concesionario de una famosa marca de ofimática. No hay que olvidar que, en el año de 1990, los aparatos de fax eran una novedad que mereicía un lugar privilegiado sobre las mesas de directores de las galerías y museos tecnológicamente mas avanzados de Europa. Esta particularidad contextual (que acabó con la llegada de Internet) permetía a un joven artista acceder al cerebro de la institución arte por el precio de una llamada telefónica en tarifa nocturna.